miércoles, 10 de marzo de 2010

Un regreso risueño

Regreso a mi casa a través del transporte publico. El reloj de mi teléfono móvil marca una hora en la cual debería estar en un sueño profundo ya que se trata del fin de un día hábil (comienzo del siguiente a decir verdad). Los pasajeros son escasos y yo me siento parte de ese cansancio propio de un día atareado, un día vorágine, sencillamente un día en la city. Mis camaradas ansiosos por llegar (cualquiera fuera su destino) bostezan, todos comulgamos a la hora del bostezo. Hay de todo en este pequeño tubo a ruedas.
Enfrente mio se encuentra un hombre no mas de 40 y no menos de 30 años. Se encuentra en una profunda lectura y mi miopía no me deja dilucidar el titulo del ejemplar. Me sorprenden las risas aleatorias que deja al pasar las paginas y yo logro hasta reír con el sin saber el motivo. En el fondo del colectivo, hay un joven, un teen. La indumentaria que lleva es coherente a un adolescente. Contestaria, rebelde y con insignias de y una banda de rock que desconozco. Símil al lector, este joven ríe también. Risueño y feliz es su semblante. A través de un recuerdo no cabe duda, ya que no hay nada a su alrededor que logre persuadirlo. Delante de este joven, hay una mujer de unos 50 años aproximadamente, ya que no aparenta ni siquiera acercarse a la tercera edad. Maestra asumo, por su delantal y su bolso lleno de cuadernos. De un momento a otro, esta visible docente se regocija en una carcajada causada por un sms.
El pasaje es escaso pero me deja un sentimiento reconfortante. Todavía hay pretextos para reír, todavía hay quienes la vida puede darle una sonrisa.
Llega mi parada y aunque parezca extraño no deseo bajar, quiero seguir reconfortado por esas risas. Las cuadras lúgubres y vacías que me quedan para llegar a mi morada las transito pensando en ese ´´todavía´´... todavía seguimos risueños.

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