martes, 29 de abril de 2014

Pensas en ayudar... Ayudate mejor


Creemos en la ayuda

Qué difícil es entregar el ego, aquella figura ficticia que con tanto sufrimiento y dolor creemos que necesitamos construir.

Uno de tantos días, haciendo acto real de mi presencia (mi sapiencia ha sabido intensificar eso últimamente) me encontraba en plena vorágine de la ciudad. La escalinata de una salida de subte repleta de todos nosotros. Lo que acaparo mi atención, sin embargo fue una madre que hacia esfuerzos para subir el carro de su bebe contando con la ayuda de su otra hija. Internamente sabía que no tenía que interferir (cuando uno hace acto de presencia, vive el ahora y no se encuentra pensando ni en el pasado o el futuro que aún no ocurre; suele percibir esto, este dialogo interno). La voz interna me decía, no intercedas, no te necesitan. En eso apareció un hombre muy mayor.  Cuando me refiero a mayor, quiero decir octogenario. Este hombre le indico a la niña que iba llevando el carro por adelante que le permitiese tomar unos de los lados así entre todos la carga sería menor. ¡Excelente! Todo marchaba armoniosamente hasta que apareció el ´´ego´´. Obviamente tenía que ser una persona joven y masculina la que destruyo esta maravillosa imagen, una madre ayudada por la inocencia de una niña y de un hombre mayor.

No solo me desplazo a mí de la escena con la violencia y el miedo que ejerce el ego sino que borro de este ´´mapa´´ al hombre mayor. Subió prácticamente solo el carro, sintiéndose fuerte y solidario.

Lo que se perdió y su inconsciente se lo hará ver en alguna etapa de su vida, es que no era necesaria su ayuda- y no obstante eso; dinamito la autoestima de este ´´abuelo´´, afirmándole que es inservible, que ya no es útil para nadie. Esa fue su ´´ayuda´´.

La moraleja de esta historia es: cuando se presente con tanta urgencia la necesidad de ayudar, y esta sea desde el ego, para sentirte que podes y que tenes que dar el ejemplo! ; cuestiona que tipo de ayuda estas pidiendo para vos mismo, y agradece a todos aquellos que a diario muestran nuestra propio pobreza.

El entusiasmo mi maestro


Siempre encuentro dentro de mí aquella remembranza que sube mis ánimos, que alborota mis humores, que me llena de entusiasmo.

Como buen analítico y metódico gracias a mi padre, siempre busco el origen y en este caso se relaciona con la etimología de la palabra; que reza de la siguiente manera:

´´Entusiasmo: de origen griego- enthousiasmo ---inspiración divina,  relación a lo divino, que lleva un DIOS dentro. La persona entusiasmada, por lo tanto, era aquella guiada por la fuerza y la sabiduría de un dios, capaz de hacer que ocurrieran cosas.´´

Que etimología tan poderosa y mágica que conlleva a la siguiente interrogación:

¿Cuándo logro inspirarme o entusiasmarme, es que conecto con DIOS? O reformulado de la siguiente manera: ¿Es el mismísimo DIOS que se comunica, que conecta conmigo mediante el entusiasmo?

Si se lo cuestionase a un cura párroco o alguna entidad, cualquiera fuese, ´´autorizada en cuestiones espirituales respondería que es algo ajeno a mi entidad, es algo ´´superior´´ que obra sobre mí que me otorga este fervor, que me empuja a realizar la acción, la creación.

Dentro de mi ignorancia, reside un ´´se´´. Si existe algo que ´´se´´ es que lo ajeno a mí no existe. Es una ilusión proyectada la realidad, mi realidad. De modo que si lo ajeno a mí no existe, quiere decir que este reside en mí. De modo que aquel soy yo, y yo soy aquel. Todos somos uno y viceversa. Me atrevo entonces a afirmar que Dios no es ajeno sino que reside en cada uno de nosotros. Otrora alguien llamado Jesús así lo dijo: No dirán "mirad, aquí está" ni "allí está", porque el reino de Dios está dentro de vosotros.

Siguiendo este silogismo, la inspiración divina o el entusiasmo no es más que aquella conexión profunda con uno mismo, porque yo soy dios, tú eres dios y aquel es dios.

De manera concluyente puedo cerrar aconsejándome, aconsejándote: ´´sigue tu entusiasmo, porque no hay mejor maestro o guía que aquella inspiración que nos dará propósito, infinita fruición e inmensa felicidad.
***Relato de un anónimo***