domingo, 4 de mayo de 2014

Luces y Sombras


Esta historia se remonta a un tiempo lejano y se sitúa en un país de dudosa existencia. Es una historia de reyes y reinas, de disputa de poder y separación.

Todo comenzó cuando la reina de este glorioso imperio, dio a luz en un día semejante al alción, a un bebe hermoso y muy saludable. Aquel retoño llevaría el nombre de Lucio.

Lo que no esperaban tanto la partera de la corte como el mismísimo cirujano-barbero del reinado, era que el trabajo de parto de la reina aun no finalizaba. ´´Dios ha hablado, y el futuro rey será divido en dos´´  palabras de los médicos y alquimistas que acompañaban el suceso.

De día alcionico pasó a la peor tempestad, los gritos de la reina alteraban al más marginal del imperio, con un dolor símil a las víctimas de las mazmorras; dio a luz al gemelo de Lucio al que el inquebrantable rey lo llamó Erebo.

Todos y cada uno de los que se situaban en ese momento en los aposentos de la reina, sabían que estos gemelos traerían desdicha y desasosiego al imperio

Los años pasaron y estos inseparables hermano, vivieron su infancia y parte de su adolescencia compartiendo absolutamente todo pero siempre bajo la mirada de su regente, su padre quien no paraba de hacerse la siguiente pregunta: ¿Quién de estos, será el que gobierne y dé honor a nuestro abolengo?

El más capacitado para la tarea era Lucio no tanto por sus cualidades físicas sino intelectuales. El príncipe Lucio era fuerte, determinado muy preciso y rara vez se equivocaba. Era el orgullo de sus padres y del imperio. Todo el mundo lo amaba y lo veneraba.

Erebo, sin embargo, era torpe a las usanzas de un caballero. Era más ermitaño y socialmente no aceptado. Sus padres si bien le daban su amor, la calidez se disipaba cuando le hacían notar que su hermano era el ejemplo a seguir: ´´haz como tu hermano, tenemos que dar una imagen de fortaleza y poder a nuestros súbditos´´

Su torpeza en las prácticas de hombres era directamente opuesta a la sabiduría innata que llevaba desde pequeño. Parecía que había vivido miles de vidas en un estado de suma conciencia.

Todas las tardes mientras su hermano lucio se entrenaba con los mejores espadachines del imperio, el se  reclutaba en la punta de la torre y pasaba su tiempo leyendo filosofía, alquimia y esoterismo.

Los años siguieron su marcha y así como los príncipes gemelos se convertían en hombres, el rey envejecía y la intensidad de su pregunta se hacía más latente: ¿Quién será el próximo rey- Lucio o Erebo?

No fue hasta que le imperio entró en guerra con uno de sus más temidos adversarios que esa pregunta tendría respuesta. Este conflicto bélico que se suscitó por años, no solo dejó al reinado enormes pérdidas sino también se llevó la vida del rey. Parecía que el destino así lo quisiese, ya que la duda del difunto rey  se respondería a consecuencia de esta guerra. El territorio del imperio debía ser dividido en dos, de manera que cada uno de los príncipes gemelos tomo la posta de la siguiente manera: Lucio se haría cargo de la zona que limitaba con los reinados con más virulencia, donde la confrontación y la continua negociación era cosa del día. Lucio era más avezado en las artes de guerra y a la vez más diplomático que su hermano.

Erebo tomo la posta sobre la zona sur del imperio donde no se corría el peligro de una pronta invasión. Si bien el príncipe eremita (era el seudónimo que usaban los corteses al referirse a Erebo) tenía la tranquilidad que no estaba bajo peligro incesante como su hermano, el territorio era pobre en todo sentido de manera que el poder recaería sobre las manos de Lucio.

Los años así siguieron su marcha, haciendo de Lucio un rey vigoroso y triunfante; y a Erebo olvidado en la parte más marginal del imperio.

No obstante llego el día que esta situación de separación y división territorial; ya no se sostendría. El vigoroso rey había hecho negocios con los que otrora fueron sus enemigos. La instalación de fábricas y nuevas tecnologías darían al imperio mayores riquezas las cuales claramente no eran necesarias. La soberbia y codicia de Lucio hizo que su territorio comenzara a generar desechos y basura que perjudicaban al medio ambiente. Esta nueva forma de producción obligó al príncipe Lucio a limpiar su basura fuera del reinado, no teniendo mejor idea que hacerlo a la zona donde gobernaba Erebo.

Como era de esperarse los ríos se contaminaron, y las tierras se desertificaron. El príncipe eremita salió de su torre y llamo a su guardia personal y se dirigió en busca de su hermano para que este pudiese entrar en razón.

-¡querido hermano! Hace tanto que no te veo por aquí. ¿A qué se debe tu visita?- pronuncio Lucio con aires fraternales.

-Hermano Lucio, os vengo a dar mi más sincero saludo y a obligarlo que entre en razón con respecto a la manera de producción que tiene su territorio

-ja ja ja – desplegó una carcajada cínica que no movió un solo pelo al príncipe eremita- Pero hermano Erebo, ¿de qué razones me hablas? El imperio no ha estado tan poderoso y rico desde la muerte de nuestro Padre

-Razones Lucio: se está contaminando el río Azul aquel que da agua y vida a nuestro Reino. Las tierras están muriendo y la gente está empezando a enfermar. Lo he visto en un sueño hermano, si no paras con esto será el fin de todos nosotros.

- ¿Lo has soñado? Déjame con tus supersticiones, desde chico las has tenido. No podemos detener este plan ahora Erebo, ya he negociado y quedaría en una horrenda ignominia si me retracto.

-Tu orgullo y el miedo que tienes a perderlo a todo serán nuestro fin.

-¿Miedo? ¿Miedo os has dicho? ¿Cómo te atreves a decirme temeroso, cuando tú no sabes cómo blandir una espada?

-Yo no sé de artes de hombres necios- afirmó con templanza frente a la cólera de su hermano- Lo que sé y lo he visto que de seguir así, será nuestro fin.

- ¡Vete de aquí, te destierro hermano! ¡Vete con tu palabrería y artes esotéricas! ¡Te maldigo príncipe eremita!

Y así fue que Erebo abandono las tierras de Lucio, reclutándose en su torre y viendo como el imperio se caía a pedazos. Tal como lo había vaticinado, la población enfermo producto de las condiciones ambientales. Los campesinos del sur, se dirigían en post de escapar de esta situación, hacia la tierra vigorosa del rey Lucio. Como era de esperarse, las calles del reinado industrial se llenaron de enfermos y mendigos que buscaban curar y alimentarse. Eran el reflejo de la desidia del rey Lucio.

Esta situación altero los ánimos del rey y ordenó limpiar las calles de estas almas indeseables. La guardia imperial con medidas represivas, sacó de las calles a éstos que con su presencia le indicaban lo equivocado y enfermo de codicia estaba el rey Lucio.  Luego de esto, el rey industrial mandó a construir un muro tan alto que no se pudiese divisar la ´´basura´´ imperial

El rey Erebo frente a la necedad de su hermano, mandaba mensajes que no eran correspondidos. El rey industrial no escuchaba, no entendía que reprimiendo y levantando murallas no resolvía esta cuestión.

El pueblo del sur seguía enfermando y se agolpaba con más fuerza en el umbral de la gran muralla. Pero esto no era una preocupación para el rey industrial. La real consternación radicaba en pensar en la posibilidad que algún súbdito viera lo que su país estaba generando más allá de los muros. Es por ello que dictó decretos imperiales que prohibían la entrada a tierras sombrías: ´´Por orden de la corte imperial y por Dios mediante, aquel que cruce el umbral del muro sur quedara privado de su libertad por el resto de sus días´´


Sin embargo esto no era suficiente, como sabía la finalidad de esta ley asigno un guardián, un guerrero que vigile el umbral. Este no era un guardián común y corriente. Se trataba de una figura mítica (tal vez no lo era pero el inconsciente colectivo lo fue alimentando de esa manera). Con los años se llegó a afirmar entre la gente que se trataba de un monstruo que bastaba tan solo mirarlo para conocer la muerte.

Del otro lado de esta gran muralla  deambulaban estas almas perdidas, enfermos de todas las clases de pestes, incluso se practicaban acciones como el canibalismo por la falta de comida.

Erebo por su parte no intercedía. Se encontraba refugiado en su torre y desde su ventana veía como día tras día el imperio se desvanecía. Tan solo a veces pensaba en voz alta: ´´pobre eres hermano mío que no das cuenta de lo equivocado que estas, pobre eres tu hermano en pensar que la riqueza industrial te hará digno, pobre eres tu hermano en creer en ´´poder´´ cuando no eres capaz de ver a tu propio reino, pobre de ti…

 

El tiempo continuo su marcha dándole cada vez más razones que hagan recapacitar al rey industrial pero él seguía arraigado en afirmaciones absurdas. Llegó al punto de olvidarse que más allá del muro existía algo. Su negación a ver era tan grande que no era capaz ni siquiera de recordar el rostro de su hermano. Fue de a poco reprimiendo hasta sus recuerdos más amorosos que otrora había compartido con él.

 

Hasta que la tierra sombría dio el primer llamado, el grito sagrado de rebelión más grande que jamás se había visto. Con los años pequeñas células de hombres se habían organizado gobernados por el odio a los que residían del otro lado. Los olvidados, los enfermos, los hambrientos, los huérfanos, los no dignos, estaban armados y organizados a punto de realizar una terrible rebelión.

 

Un mensajero del rey Lucio entro a la corte imperial a los gritos y paso por encima de los guardianes de la corte sin importarle su propia su vida: ´´preparaos, armaos todos ya que el diablo está posicionado en el umbral de los muros! Rey Lucio haced algo urgente! O todos moriremos!

Entre cortesanos, caballeros y el mismo Rey industrial trataron de calmarlo.

-¿Hijo mío, que has visto para propiciar semejantes palabras?

-He visto la perdición mi señor, Hay un ejército allí afuera sedientos de nuestra sangre Mi Rey.

-Lord Repressio- refiriéndose a su ministro de guerra- aliste a todas las fuerzas armadas y diríjase al portal sur por favor!

-si Sr.

 

El ejército de Lucio se acercó a las cercanías de la gran muralla, donde se alojaba el supuesto guardián, esperando lo inevitable. Los temibles soldados del ejército del reino industrial, los bien entrenados y bien armados, expertos en armas y guerra; lloraban y se les sacudía el cuerpo al escuchar los gritos y tambores que provenían de la tierra sombría.

 

La primera fractura del muro dejó en descubierto la profecía de Erebo: ´´de seguir así, será tu fin.´´ Centenares de criaturas (no se podía afirmar que eran hombres los nativos de las tierras de Erebo) armados con sus propios dientes y uñas destrozaron las columnas De Lord Repressio. Solo el mismo Lord y algunos de sus mejores hombres lograron zafarse de semejante embestida para refugiarse en el castillo imperial donde se encontraba expectante el rey Industrial

-¡Ministro de guerra! ¿Dígame que hizo con esos bandidos?

-Fuimos derrotados Sr, están destrozando todo lo que encuentran a su paso- dijo Lord Repressio suspirando

-Lord Repressio! No ha contestado a mi pregunta; ¿Qué sucedió con esos bandidos del sur?- volvió a preguntar Lucio no creyendo las palabras de su ministro de guerra.

-¡Sr!  ¡Hemos perdido el reino! ¡Se acabó!

El rey industrial cayéndose balbuceaba, ´´como… no…eh…no puede ser… como… perdido.

-Sr debemos retirarnos a tierras aliadas, es claro que su hermano está detrás de todo esto.

-¡¡¡sr!!!- volvió a gritar Lord Repressio al ver que su Regente no reaccionaba.

-querido amigo Repressio, no hay tierras aliadas- con tono vencido, afirmó.

-¿Cómo? ¿Cómo que no hay tierras aliadas sr? Replico El ministro de guerra

-si Repressio, no existe nada afuera que pueda salvarnos- en un tono cansino, El rey estaba tomando conciencia por primera vez.- querido amigo la salvación se encuentra aquí dentro del imperio. Pero ya es tarde como puedes ver.- mientras los ´´sombríos´´ golpeaban las puertas del recinto pidiendo la cabeza del rey.

 

Finalmente entraron al recinto, Lord Repressio fue el primero en caer. El rey Industrial miro por su ventana mientras esperaba su muerte. Los sombríos devoraban todo a su paso. Lucio se quitó su corona, miró el cielo diciendo: ´´ ¡querido hermano! ¡Gracias por el consejo que no supe escuchar, gracias por ser mi hermano, ahora dejo el imperio en tus manos! ¡Que renazca en paz y prosperidad!

 

Su hermano Erebo desde la torre de la tierra sombría, sintiendo la muerte de su hermano y su mensaje; deslizo una lágrima diciendo: ´´en paz te retiras, porque habéis tomado conciencia´´

 

Luego de la rebelión y la caída del imperio industrial, el sol asomo en un día tan alcionico como aquel cuando la reina madre dio a luz a los gemelos.

 

Erebo se ocupó de unir ambos imperios y en esa unidad pudo sanar a su pueblo en paz, con la prosperidad y coherencia a la cual siempre estuvo destinado.  

 

FIN.