martes, 10 de noviembre de 2009

Miscelánea

Parado en un esquina de la urbe de Buenos Aires me tope con una imagen característica de nuestra cotidianeidad.
En esta había dos participes, disimiles entre sí, antípodas del escalafón socio-económico. Lo único que se comulgaba entre ellos era el momento de espera, la impaciencia por la apertura del semafóro.
Uno de ellos gozaba de las comodidades de un auto último modelo. La aparatologia aportaba con un GPS y un ipod conectado al stereo, más confort a este conductor.
Sumado a todo este artificio, el hombre al volante mantenia un dialogo con el éter. Las manos libres de su celular lo eximía de un posible caso de esquizofrenia. En resumen un Gps, un ipod, el celular, y el mismo vehículo que le indicaba que unas de las puertas no estaba bien cerrada; un desfile de ondas electromagnéticas...
Paralelamente otro vehículo. Este no gozaba de comodidades sino que sufría los embates de la intemperie. La tracción la lograba a través de un cansino, longevo, y desterrado equino (o al menos eso parecía)
Era un carro de cartoneo, estos a los cuales logramos acostumbrarnos, algo más en el paisaje urbano. Sin embargo este tenía un distinción, parecía como anacrónico, una muestra de un museo de historia. Un poco mas ayornado y cuidando algunos detalles, bien podía ser un carro del siglo XIX.
La imagen otorgaba, un Gps versus un caballo de guía, un ipod vs una vieja radio que vociferaba sones a la distancia, y un celular...ah eso sí, ambos tenían telefonía movil.
El piloto de la nave anacrónica, también dialogaba con el éter. Con la luz verde del semáforo, finalmente uno escuchaba: ´´Tchi Tchi vamooo, Que haceees??? jejeje yo acá laburando...

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