martes, 27 de octubre de 2009

Aquello que no fue...

En muchas representaciones líricas, narrativas, hasta filmicas, aquello que pudo haber sido y no fue seduce más sobre lo que es.
Aquellos amores desencontrados por el infortunio o un insoslayable destino, nos generan esa pasión por aquello que no sucedió y que nunca sucederá. Soñamos con poder contar una historia que al menos se acerque a lo shakespeareano. Ese amor que con solo pensar su inexistencia nos desgarra por dentro.
Sin embargo cuando logra ser, cuando el sueño se convierte en realidad; es el tedio, la rutina, terceros que logran lo impensado. El amor se diluye y lo que fue desgarrador se torna sospechosamente imperceptible.
¿Por que cuando aquellos sentimientos ´´son´´ se dispersan en cuestiones conocidas y reiterativas, como la rutina?
Las respuestas son infinitas pero radica en algo que es común a mi parecer, que es la superstición de lo maravilloso, la rienda suelta a la imaginación para ponderar algo que todavía no tenemos real conocimiento. Entonces es lo idealizado sobre lo realizado, creer haber recorrido un camino sin haberlo transitado.
Las verdaderas epopeyas, héroes del amor, deberían ser aquellos que superan y transgreden las barreras del tedio y de la rutina propias de la monogamia.
Se debería contar historias que si ´´son´´ sobre aquellas que pudieron ser.
Los autores igualmente saben que no venderían un solo ejemplar porque el imaginario colectivo se llena de fruicion por aquello que no fue.

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