Creemos en la ayuda
Qué difícil es entregar el ego, aquella figura ficticia que
con tanto sufrimiento y dolor creemos que necesitamos construir.
Uno de tantos días, haciendo acto real de mi presencia (mi
sapiencia ha sabido intensificar eso últimamente) me encontraba en plena vorágine
de la ciudad. La escalinata de una salida de subte repleta de todos nosotros. Lo
que acaparo mi atención, sin embargo fue una madre que hacia esfuerzos para
subir el carro de su bebe contando con la ayuda de su otra hija. Internamente sabía
que no tenía que interferir (cuando uno hace acto de presencia, vive el ahora y
no se encuentra pensando ni en el pasado o el futuro que aún no ocurre; suele
percibir esto, este dialogo interno). La voz interna me decía, no intercedas,
no te necesitan. En eso apareció un hombre muy mayor. Cuando me refiero a mayor, quiero decir octogenario.
Este hombre le indico a la niña que iba llevando el carro por adelante que le
permitiese tomar unos de los lados así entre todos la carga sería menor. ¡Excelente!
Todo marchaba armoniosamente hasta que apareció el ´´ego´´. Obviamente tenía que
ser una persona joven y masculina la que destruyo esta maravillosa imagen, una
madre ayudada por la inocencia de una niña y de un hombre mayor.
No solo me desplazo a mí de la escena con la violencia y el
miedo que ejerce el ego sino que borro de este ´´mapa´´ al hombre mayor. Subió prácticamente
solo el carro, sintiéndose fuerte y solidario.
Lo que se perdió y su inconsciente se lo hará ver en alguna
etapa de su vida, es que no era necesaria su ayuda- y no obstante eso; dinamito
la autoestima de este ´´abuelo´´, afirmándole que es inservible, que ya no es útil
para nadie. Esa fue su ´´ayuda´´.
La moraleja de esta historia es: cuando se presente con
tanta urgencia la necesidad de ayudar, y esta sea desde el ego, para sentirte
que podes y que tenes que dar el ejemplo! ; cuestiona que tipo de ayuda estas
pidiendo para vos mismo, y agradece a todos aquellos que a diario muestran
nuestra propio pobreza.